En las conversaciones con clientes siempre intento enfatizar lo importante que es enfocarse en el futuro. No como Doc Brown o algún personaje de ciencia ficción, sino como actores y constructores del posible futuro que podemos crear.
Lo más importante es comprender que somos parte de ese futuro que nos tocará vivir. Y dentro de las organizaciones donde trabajamos podemos elegir qué camino tomar, para mejorar ese futuro que construimos día a día.
Si nos ponemos más pragmáticos, estudiar los probables futuros nos ayuda a poder establecer estrategias que nos alejen de la obsolescencia. Observar hacia dónde se está moviendo el mundo y hacer nuestra mejor jugada para quedar en línea hacia donde queremos llegar en ese mundo, que todavía nos es incierto.
El gran error que suele suceder es pensar en el futuro como algo lineal, y que la evolución de los objetos y las tendencias culturales seguirán su curso como hasta ahora, cuando en realidad todo sucede exponencialmente o directamente, no sucede. Como cuando creíamos que todo iba a tener una pantalla táctil, pero resultó que los comandos por voz son mejores. O tecnologías que iban a revolucionar todo y al final… meh, están ahí pero no logran ganar tracción nunca.
De todas formas, primero debemos tener la constancia de planificar nuestros pasos para luego poder medir el impacto de nuestras acciones.
Sólo resta dar el primer paso.
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